Piensa en un vaso de agua y una cubitera. El agua es líquida, lista para usarse en cualquier momento. Los cubitos de hielo, aunque siguen siendo agua, están congelados y necesitan tiempo para derretirse.
Para una empresa, un activo corriente funciona como ese vaso de agua: está disponible y puede utilizarse inmediatamente para satisfacer las necesidades del negocio. Los activos no corrientes, en cambio, son más parecidos a los cubitos de hielo: tienen valor, pero no pueden convertirse en efectivo tan rápidamente.
A continuación, puedes ver con más detalle qué es un activo corriente, también conocido como activo «líquido», y por qué es clave para mantener en equilibrio las finanzas de una empresa.
¿Qué son los activos corrientes?
Un activo corriente, también conocido como activo líquido, es cualquier recurso que una empresa puede convertir en efectivo en un plazo máximo de un año. Esto incluye dinero en caja o banco, cuentas por cobrar e inventario. Tener suficientes activos corrientes permite a las empresas cubrir gastos a corto plazo—como sueldos o facturas—sin pasar por apuros financieros.
En cambio, los activos no corrientes son recursos con una vida útil más larga, normalmente superior a un año. No se convierten fácilmente en efectivo en el corto plazo. En esta categoría se incluyen propiedades, maquinaria, inversiones a largo plazo y activos intangibles como patentes o marcas registradas.
Conocer la diferencia entre estos tipos de activos es importante porque influye en cómo se presentan en el balance general. Este documento ofrece una fotografía de la situación financiera de una empresa en un momento específico, y se divide en tres secciones: activos, pasivos y patrimonio.
Dentro del balance, los activos se ordenan según la rapidez con la que pueden convertirse en efectivo, lo que se conoce como liquidez. Los activos corrientes aparecen primero porque son los más fáciles de convertir en efectivo.
Por eso, si una empresa necesita pagar de inmediato o hacer una inversión rápida, recurrirá a sus activos corrientes. Mantener una buena base de activos corrientes es clave para que el negocio funcione de forma estable y sin interrupciones.
7 tipos de activos corrientes
- Efectivo y equivalentes de efectivo
- Valores negociables
- Cuentas por cobrar
- Inventario
- Materiales de oficina
- Gastos pagados por anticipado
- Otros activos líquidos
Aunque el efectivo es el activo corriente más evidente, no es el único. A continuación, descubrirás 7 principales tipos de activos corrientes, ordenados según su liquidez (es decir, qué tan rápido pueden convertirse en efectivo), tal como deben aparecer en un balance:
1. Efectivo y equivalentes de efectivo
El efectivo es simplemente el dinero disponible en caja o en cuentas bancarias. Los equivalentes de efectivo, en cambio, son inversiones a corto plazo que se pueden convertir fácilmente en dinero en efectivo, como bonos de ahorro a corto plazo, inversiones temporales o monedas extranjeras
2. Valores negociables
Se trata de inversiones que pueden venderse rápidamente y que cotizan en mercados públicos. Esto incluye, por ejemplo, criptomonedas, acciones y otros valores de corto plazo que son fáciles de negociar.
3. Cuentas por cobrar
Son todas las deudas pendientes que los clientes tienen contigo. En otras palabras, es el dinero que te deben por productos o servicios que ya entregaste, pero que aún no han sido pagados.
4. Inventario
El inventario incluye los productos que vendes y puede dividirse en productos terminados, trabajos en proceso, materias primas y suministros.
Eso sí, no todo inventario entra en la categoría de activo corriente: si se espera que ciertos artículos se mantendrán en stock por más de un año, deben clasificarse como activos no corrientes en el balance.
5. Materiales de oficina
Este tipo de recursos puede ser un poco engañoso. Solo se consideran un activo corriente mientras no se hayan utilizado. En el momento en que los usas, se convierten en un gasto. Si tu empresa tiene un stock de materiales de oficina sin usar, deben figurar como activos corrientes en el balance.
6. Gastos pagados por anticipado
Aquí entran todos los pagos que ya hiciste, pero de los que obtendrás beneficios a lo largo del tiempo. Por ejemplo, si pagaste un alquiler por adelantado o una póliza de seguro anual, eso cuenta como gasto pagado por anticipado. Se deben registrar como activo corriente y reportarse en el estado de resultados según el período que cubra ese pago.
7. Otros activos líquidos
Esta es una categoría más general. Si tienes algún otro activo corriente que pueda convertirse fácilmente en efectivo dentro del año y que no encaje en las categorías anteriores—como pagarés, devoluciones de impuestos u otros cobros pendientes—debe incluirse aquí.
Ejemplos de activos corrientes
A continuación, algunos ejemplos comunes de lo que se considera un activo corriente dentro de una empresa:
- Efectivo físico o en cuentas corrientes y de ahorro.
- Fondos de mercado monetario (equivalentes de efectivo).
- Bonos del Tesoro y otros bonos gubernamentales a corto plazo (inversiones a corto plazo).
- Facturas de clientes pendientes de pago (cuentas por cobrar).
- Materias primas, productos en proceso y productos terminados (inventario).
- Alquiler, seguros o impuestos pagados por anticipado (gastos pagados por anticipado).
- Acciones o bonos fácilmente negociables (valores negociables).
- Promesas formales de pago con intereses en fechas específicas (notas por cobrar).
- Materiales de oficina o suministros de mantenimiento sin usar (materiales).
- Otros activos líquidos que puedan convertirse rápidamente en efectivo sin perder valor.
Cómo calcular los activos corrientes
Una vez que tengas tus activos corrientes organizados en el balance, sumarlos es bastante sencillo. Solo tienes que aplicar esta fórmula:
Activos Corrientes = Efectivo + Equivalentes de Efectivo + Valores Negociables + Cuentas por Cobrar + Inventario + Materiales + Gastos Pagados por Anticipado + Otros Activos Líquidos
Además de saber cuánto tienes disponible a corto plazo, esta cifra se usa para calcular distintos «ratios de liquidez», que te dan una visión clara de la salud financiera de tu negocio. Básicamente, te ayudan a evaluar si puedes cubrir tus deudas a corto plazo. A continuación, algunos de los más comunes:
Ratio corriente
Este ratio compara tus activos corrientes con los pasivos corrientes (deudas que vencen en menos de un año). No necesitas fórmulas complicadas para calcularlo:
Ratio Corriente = Activos Corrientes / Pasivos Corrientes
Ratio rápido
El ratio rápido va un paso más allá y mide qué tan bien puedes cumplir con compromisos financieros inmediatos, considerando solo los activos que se pueden convertir en efectivo en un plazo máximo de 90 días, en lugar de los activos corrientes totales:
Ratio Rápido = (Efectivo + Equivalentes de Efectivo + Valores Negociables + Cuentas por Cobrar) / (Deuda a Corto Plazo + Cuentas por Pagar + Pasivos Acumulados y Otras Deudas)
Capital de trabajo neto
Este cálculo te muestra cuánto dinero podrías tener disponible en este momento si pagas todas tus deudas a corto plazo. Es una métrica clave para analizar la eficiencia y la liquidez de tu empresa. Un capital de trabajo positivo indica una posición financiera saludable para operar sin sobresaltos.
Capital de Trabajo Neto = Activos Corrientes - Pasivos Corrientes
Preguntas frecuentes sobre activos corrientes
¿Cuáles son algunos ejemplos de activos corrientes?
Ejemplos comunes de activos corrientes incluyen: efectivo, equivalentes de efectivo, inversiones a corto plazo, cuentas por cobrar, inventario, materiales y gastos pagados por anticipado.
¿Cuál es la diferencia entre activos corrientes y no corrientes?
Los activos corrientes son recursos que la empresa puede usar o convertir en efectivo en menos de un año o durante un ciclo operativo (lo que sea más largo). En cambio, los activos no corrientes son aquellos que se utilizan o mantienen por más de un año, como propiedades, maquinaria o inversiones a largo plazo.
¿Es el efectivo un activo corriente?
Sí, el efectivo es uno de los activos corrientes más directos. También lo son sus equivalentes: recursos que pueden transformarse rápidamente en dinero en efectivo, como bonos a corto plazo, inversiones temporales o divisas extranjeras.